viernes, 21 de diciembre de 2012

El fin del mundo

El fin del mundo ocurre cada vez que una familia se queda sin casa y la madre se tira por el balcón. O cada vez que un loco entra en una escuela infantil armado con unas cuantas armas legales y mata a 20 niños. O cuando uno sale del hospital con un diagnóstico terminal, teniendo que pensar si pasa el laberinto vomitivo de la quimioterapia o prefiere morir como toda la vida, muriendo y ya está. El fin del mundo ocurre cada vez que el mundo se acaba para alguien, y el mundo puede acabar para una madre cuando pierde a su hijo, o para un hijo cuando pierde a su madre, o...

En el día del fin del mundo yo prefiero acordarme de todas las personas que están perdiendo libertades conseguidas durante muchos años, acordarme de tantos seres inútiles cuya simple ascendencia familiar les hace tener un puesto gerente en multinacionales de gran renombre, acordarme de tantas personas sin casa, que deambulan diariamente por las ciudades europeas buscando el asilo de un techo circunstancial para pasar la noche y resguardarse de la nieve, cuyo error fue confiar en su puesto de trabajo, acordarme de nuestra amiga S., cuya casa se va a subastar en febrero de 2013 y cuyo resultado no va a ser a devolver, sino a pagar 50.000 euros que no tiene ni va a tener nunca.

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