En el entorno del día de los muertos, hemos decidido esparcir sus últimas cenizas en el Parque Federico García Lorca, en la Huerta de San Vicente. Son unos rosales que hay al Este de la casa de la familia de Federico, que es ahora un museo del poeta, muy bien guardada su memoria..., menos la de sus asesinos. Uno, paseando por la ciudad, escribiendo desde el Albaycín, muerto Federico y muerto Enrique Morente, que fue su máximo defensor en la ciudad, uno se pregunta, digo, en una ciudad tan ultracatólica, qué piensan sus habitantes sobre el asesinato de su poeta más internacional. Qué pensarán las personas de derechas de este pueblo, esos mismos seres que siguen paseando por sus calles pintarrajeados como pavos en celo, con ropas de una marca que yo siempre desconeceré, de la parte de responsabilidad que tienen sus familias en el asesinato de Lorca.
Emma dice que ellos siguen pensando igual: según ellos, Lorca era homosexual y se lo merecía. Yo sigo diciendo lo que decía hace veinte años: que Granada sigue siendo una ciudad provinciana, de derechas, a pesar de las multitudes de turistas y de los miles de estudiantes que, al fin y al cabo, son gentes que vienen y luego van, definitivamente. Lo esperable es que esta ciudad no volverá a reproducir un asesinato como el de Lorca en circunstancias similares. ¿Es realmente cierto?
Al fondo está la casa de Lorca, ¿la veis?, entre las palmeras y los rosales. Todo esto, como dicen los viejos, eran HUERTAS. Aquí está Alexander esparciendo las últimas. Pues ya sabéis, si venís a Granada, no os olvidéis de visitar también al Pepe Beltrán.
Un sitio perfecto para descansar.
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