jueves, 10 de octubre de 2013

Vidas subterráneas

Lo que finalmente, sopesando los pros y los contras, no nos atrevimos a vivir, o tal vez decidimos con sentido común no realizar, aunque lo deseáramos con fuerza, se queda en lo subterráneo de nosotros viviendo igualmente lo que habíamos proyectado con tanta ilusión y quedó aparcado o abortado para otra ocasión, quizá para nunca, desarrollando una vida subterránea que a Freud le hubiera gustado adjetivar de inconsciente, o subconsciente. Esta mañana me he despertado de un sueño creyendo que debía coger muy pronto la bicicleta para sumergirme en las calles de Milwaukee en dirección al trabajo, percibir los reflejos del amanecer en el lago Michigan, pero no, todavía estamos en España.

Hace muchos meses que no escribo aquí. Los meses que han pasado desde que se murió Pepe Beltrán en una cama de hospital, con el vientre abierto y el cuerpo invadido de septicemia. Nunca habrá una persona parecida a él. Lo vi morir aquella mañana del 10 de mayo junto a Carmela. Se nos murió entre las manos, como quien dice.

Ya llega el otoño nuevamente. A los álamos blancos se les nota mucho, los fresnos sin embargo todavía disimulan, aguantan, como si no quisieran darse cuenta de las fechas, los calendarios. Esta tarde iremos a coger unos champiñones en la dehesa. Al mismo tiempo, en lo subterráneo, volviendo del trabajo, me detendré a observar cómo unos pescadores extraen un salmón de las aguas del lago Michigan, junto al embarcadero.