martes, 28 de febrero de 2012

Summertime

Me está costando mucho trabajo seguir a tiempo las lecturas del máster esta semana: no es solo que haya subido la temperatura, que tenga la cabeza en otras cosas, que comiencen a florecer algunos árboles, que vayamos por la calle con menos ropa, que haya más sonrisas por metro cuadrado que antes, con el frío, no. Tal vez, pero no. Lo que me pasa es que no puedo, aunque lo intento, dejar de leer Summertime, de J.M Coetzee. Así que me siento en el tren con la promesa de estudiar, y en ese momento de abrir la mochila me digo: "solo un poquito, va", y en lugar de sacar los capítulos que es mi deber estudiar, pues saco una novela o una autobiografía novelada que leo a hurtadillas de mí mismo.

La historia está muy bien trazada: tras la muerte de J M Coetzee, un biógrafo visita a personas que conocieron al escritor surafricano durante los primeros años setenta. Así, el libro lo forman las entrevistas que este biógrafo hace a personas relevantes para la vida del biografiado. Y de esta manera se va dibujando ese periodo en la vida de Coetzee, y unos personajes muy interesantes. Bueno, tal vez no interesantes. Lo interesante radica en la situación en que se encuentran con respecto a Coetzee. O no. Yo qué sé. Lo único que sé es que el libro es estupendo.


 

viernes, 24 de febrero de 2012

Una biblioteca honesta

Los miércoles recojo a Alexander después de su actividad de kick, que quiere decir fútbol, a las cuatro y media de la tarde. Aunque todavía no es un messi del asunto, al menos se lo pasa bien, corre y grita muchísimo, pidiendo que le pasen el balón.

Cuando llegamos a la estación, si tenemos tiempo antes de que pase el tren que nos lleva a casa, nos quedamos un rato en la sala de espera, que es donde se compran también los billetes, y donde recientemente han puesto la Kent House Honesty Library, que es una estantería con libros y donde el que llega puede coger uno, llevárselo, leerlo, con la promesa de devolverlo al terminar. Hay semanas en que la biblioteca está a rebosar de libros, y hay que colocarlos unos sobre otros, amontonados como los que teníamos en casa antes de guardarlos en cajas. Otras veces hay solo unos cuantos.

Nadie vigila la biblioteca, nadie hace un seguimiento de las lecturas, nadie recuerda a nadie que está pasando demasiado tiempo sin devolver un libro, nadie parece quedárselo para sí. Es lo que tiene este país, en que la palabra honesty surte un efecto mágico para el punto de vista de un español. España, me dice Emma, a quien le pregunté sobre la palabra honesty en el caso de la biblioteca de Kent House, es picaresca: en España una biblioteca así, en la estación de, pongamos por caso, Galapagar-La Navata, se quedaría vacía en unos cuantos días. En Inglaterra eso, dice ella, es imposible. Si le pides a un inglés que sea honesto, lo será antes que nada.

Hay un montón de autores que no conozco. Otros sí: está el James Joyce de A Portrait..., el Pérez Reverte de The Fencing Master, el Roal Dahl de The BFG, el Amis de Money, etc. Así que si tenemos tiempo, nos sentamos en los bancos de espera y leemos un rato Alexander y yo, él con los zapatos del kick llenos de barro y yo con la incertidumbre de pensar en una biblioteca así, libre de vigilantes y de tejuelos y de carnés, en la estación de Galapagar-La Navata.

sábado, 18 de febrero de 2012

Casa en venta

property image

Estoy dentro de mi casa, pero entro en internet para ver mi casa, aunque yo esté dentro. Desde dentro veo mi casa desde fuera. Casa en venta. Ayer vino una pareja, la tercera, a verla. Curioso esto de enseñar la casa, no sabe uno lo que están pensando de uno. De todas formas da igual: una gran cantidad de cosas que nos pertenecen están en un almacén, en cajas. Libros. Cientos de libros. En inglés, en español, en francés, en alemán. Y mesas, y mecedoras, y juguetes, incluso ropa. Todo para dar una impresión de espaciosidad falsa. Emma sabe mucho de ello, pues estuvo toda su infancia mudándose de casa. Sus padres: unos expertos en mudanzas, o en huidas. Nosotros, sin embargo, no huimos, sino que volvemos  a pesar de las circunstancias: a pesar del paro, a pesar de la Depresión que se está convirtiendo en Grande, a pesar de las nuevas relaciones laborales establecidas entre empresarios y trabajadores. O tal vez por eso, para echar una mano.

viernes, 17 de febrero de 2012

Elecciones

El PSOE me ha enviado una carta para informarme del procedimiento de votación de los residentes en el extranjero en las Elecciones al Parlamento de Andalucía. De pronto esta conexión con Andalucía me alegra y me produce un sentimiento de extrañeza enorme. Hace catorce años que dejé de vivir en el Sur. Me parece mentira que hayan pasado tan rápido. Que hayan pasado tantas cosas.

James y Candle duermen esta mañana lenta y tranquila. Alexander está viendo una película en la tele, y está tan tranquilo que no me apetece recordarle que tiene que leer su libro, que practicar sus canciones de violín.

Agradezco la información que me llega desde el PSOE. Supongo que la habrán enviado a todos los residentes andaluces en el exterior. Son dos folios de buena calidad, y la acompaña una tarjeta de cartón blanco de mejor calidad todavía, con las letras impresas en color rojo. Mañana me llegarán la de los otros partidos políticos, o tal vez sólo una más, la del otro partido político, que imprimirá sus letras en color azul.

Se ha ido nublando paulatinamente y es bonito estar en casa y mirar la oscuridad grisácea que se ha apoderado del día. Los petirrojos, ajenos a la amenaza de lluvia, se acercan al comedero que cuelga de una rama de la forsitia de la entrada.

Vaya derroche en recursos naturales y en dinero, me digo. ¿Por qué no enviarán un email?

martes, 14 de febrero de 2012

Fuenteovejuna

Hace tantos años que se murió Antonio Gades que da un poco de cosa ver Fuenteovejuna en el Sadler´s Wells, tantos años han pasado y esa compañía sigue haciendo memoria de él con la última coreografía que el maestro creó... De Antonio Gades se pueden criticar algunas cosas, pero nunca su capacidad como artista coreográfico ni su conocimiento y su respeto por el folclore español. Y aquí quiero venir, porque de un tiempo a esta parte (pongamos desde la Transición) entre ambientes izquierdistas se ha venido viendo esto del folclore como algo de lo que la Democracia no ha sabido desprenderse. Por ejemplo se puede criticar el establecimiento de ayudas para la creación de la Rondalla de Mi Pueblo y contraponer este hecho con el cierre de la Biblioteca del Barrio de X.

Estamos siempre a favor de las Bibliotecas. Lo que no entendemos es ese odio que se tiene al folclore. Se puede decir que el folclore está lleno de ideas pasadas de moda, de relaciones humanas no respetuosas, no digamos con los animales, con su amor a los toros (bueno, amor al arte de matarlos en las plazas)... Pero si podemos apartar estos aspectos del pasado que convierten al folclore en un terreno para arqueólogos de la sociedad y de las relaciones humanas y del poder, lo único que nos queda es hermosura, la que Gades supo muy bien transmitir antes de ponerse fatalmente enfermo. Y lo de su comunismo..., pues lo mismo que el folclore, un elemento más que explica el pasado de un ser humano, en este caso.

Aunque hay que decir una cosa: cuando hay que pasar del folclore a lo jondo, al flamenco, Antonio Gades sabía hacerlo muy bien. Aunque parece ser que aquí le ayudó uno de los grandes: José Manuel Caballero Bonald.

viernes, 10 de febrero de 2012

Nieve

No he podido esta mañana dejar de detenerme un momento en el paseo de los arces que recorro todos los días en la bicicleta, en Hyde Park, y tirar unas fotos con la cámara que llevaba en la mochila. No sé qué tiene la nieve para que todo el mundo se embelese con ella. Yo sé que a mí me lleva a mi infancia en Suiza. A mis primeros cinco años. Quizá sea la última nieve de este invierno. Por eso me he detenido a fotografiarla. Y lo he hecho con pena.

miércoles, 8 de febrero de 2012

De concierto

Alexander se portó muy bien dadas las circunstancias: era tarde, día entre semana, y a veces Vicente Amigo se queda solo tocando la guitarra en un escenario oscuro donde lo único iluminado es su figura mágica, su rostro mirando al cielo, mientras sus dedos desgranan por soleá, una soleá muy elaborada que se pierde en frases y frases y olvida el ritmo para retomarlo luego, de pronto: es dulce, muy dulce, hasta que emerge como un torrente la violencia que yace en todos nosotros, en él también: el flamenco, como cualquier arte, ha de tener de todo un poco, en este caso la dulzura más suave y la violencia más desgarradora. Alexander se aburría, o tal vez le entraba el sueño. Pero luego, cuando aparecieron los músicos que acompañan al maestro, todo cambió: percusionistas, palmeros, cantaor y hasta un bailaor que dejó la sala boquiabierta. Encantador mi hijo, que se hizo mayor de pronto a mis ojos, y encantador, como siempre, Vicente, que comenzó hablando en inglés:  I am learning, dijo. I am very happy to be here with you. La sala se reía de lo lindo, aunque también cuando al palmero se le soltó el micrófono y no sabía cómo ponerlo de nuevo en el soporte. "Ponle un poco esparadrapo a eso". Más risas.

Fueron dos horas que se hicieron cortas. Me asombra Alexander lo mismo que me asombra Vicente. Se le ve mayor, pero sigue siendo un niño. Un niño guapo y tímido, el mismo que yo veía hace veinticinco años sentado en el césped, tocando su guitarra, en el barrio de la Fuensanta. Qué lejos y qué cerca está todo.

domingo, 5 de febrero de 2012

Optimismo

El próximo martes, dios mediante, que diría mi abuela Celerina, pero con mayúscula, claro, día 7 de febrero, que se cumplen 200 años del nacimiento de Charles Dickens y 50 de nuestro amigo Pepe Camas, de Barbate, aunque nacido en La Carlota, iremos a ver y a escuchar a nuestro querido Vicente Amigo en la sala del Salder´s Wells. Ya dije que iríamos por primera vez con Alexander a un concierto de flamenco. Me tiene nervioso el acontecimiento.

Lo que más me molesta de los flamencos son sus veleidades con el mundo del toreo. Vicente Amigo es uno de ellos, como lo fue Camarón o como lo fue también Federico García Lorca: adoradores del toreo, del torero y de su cuerpo grácil, y del toro, bestia encerrada en un laberinto redondo de trapos rojos, caballos envueltos en armaduras de junco y flechas adornadas con flores de papel. Yo, amante del flamenco, de una soleá íntima y trágica, odio esas cosas de los toros: de pequeño siempre me ponía en lugar de ellos. Lo de Paquirri fue un éxito irrepetible: como lo de Manolete, que murió el año en que nacía mi madre. Viva el Islero.

Estoy de buen humor, aunque James está con fiebre y todavía no sabemos qué hacer mañana lunes, quién va a faltar al trabajo, si yo voy a mentir o Emma va a decir la verdad. Afuera todo está lleno de nieve. Posiblemente sea la última nieve que veamos en Inglaterra antes de volver a España. Al menos no hemos pasado el año sin esa presencia que este año ha tardado tanto en aparecer. Esta nevada suena a despedida, y aunque nos dé pena, estoy contento, lleno de un optimismo seguramente falso, pero qué le vamos a hacer: la vida está llena de engaños.