domingo, 5 de febrero de 2012

Optimismo

El próximo martes, dios mediante, que diría mi abuela Celerina, pero con mayúscula, claro, día 7 de febrero, que se cumplen 200 años del nacimiento de Charles Dickens y 50 de nuestro amigo Pepe Camas, de Barbate, aunque nacido en La Carlota, iremos a ver y a escuchar a nuestro querido Vicente Amigo en la sala del Salder´s Wells. Ya dije que iríamos por primera vez con Alexander a un concierto de flamenco. Me tiene nervioso el acontecimiento.

Lo que más me molesta de los flamencos son sus veleidades con el mundo del toreo. Vicente Amigo es uno de ellos, como lo fue Camarón o como lo fue también Federico García Lorca: adoradores del toreo, del torero y de su cuerpo grácil, y del toro, bestia encerrada en un laberinto redondo de trapos rojos, caballos envueltos en armaduras de junco y flechas adornadas con flores de papel. Yo, amante del flamenco, de una soleá íntima y trágica, odio esas cosas de los toros: de pequeño siempre me ponía en lugar de ellos. Lo de Paquirri fue un éxito irrepetible: como lo de Manolete, que murió el año en que nacía mi madre. Viva el Islero.

Estoy de buen humor, aunque James está con fiebre y todavía no sabemos qué hacer mañana lunes, quién va a faltar al trabajo, si yo voy a mentir o Emma va a decir la verdad. Afuera todo está lleno de nieve. Posiblemente sea la última nieve que veamos en Inglaterra antes de volver a España. Al menos no hemos pasado el año sin esa presencia que este año ha tardado tanto en aparecer. Esta nevada suena a despedida, y aunque nos dé pena, estoy contento, lleno de un optimismo seguramente falso, pero qué le vamos a hacer: la vida está llena de engaños.

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