martes, 4 de febrero de 2014

Fumar

Mientras mi madre formaba parte del personal de limpieza del Ayuntamiento de Córdoba hasta hace más o menos un año, que se jubiló, tenía que limpiar los ceniceros llenos de colillas de los despachos de los concejales elegidos democráticamente, la misma democracia que legisló contra los humos en espacios públicos y que tanto bien hizo a los fumadores y a los no fumadores, pero sobre todo a los niños. Nadie se atrevió a fotografiar esos ceniceros ni a grabar a esos concejales de izquierda y de derecha que hacían gala de una herencia franquista: que ellos estaban por encima de la ley. Como este personajillo de Benaoján, alcaldillo él, una vergüenza.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Rehabilitación

Estoy yendo a rehabilitación por las tardes debido a un esguince en el tobillo izquierdo que me tiene sin poder correr campo a través hace ya más de dos meses. Eso de la rehabilitación me recuerda a la letra que cantaba Amy Whinehouse: "They tried to make me go to rehab but I said no, no, no". Llevo también dos semanas sin beber alcohol, cosa que me hace mucho bien. Lo que no sé es si podré algún día volver a correr, si podré liberarme de este dolor que me atormenta por las noches.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Pepe Beltrán descansa en Granada

Pepe Beltrán estaba enamorado de Federico García Lorca, de su símbolo y de la imagen real que proyectó sobre las personas que lo conocieron y que después reflejaron sus impresiones en una entrevista o en un libro de investigación. Yo llevaba unos veinte años sin volver a la ciudad, y llevábamos desde mayo con unas cenizas de Pepe Beltrán que no sabíamos muy bien dónde esparcir. El Cerro Maero de Bujalance ya tiene sus cenizas desde el día después del funeral, y Comillas-Santander, como a Pepe le gustaba llamar al convento donde estudió, también albergaba sus cenizas desde que las dejaron Vito y Ana este verano. Quedaban sus últimas cenizas, las que nos habían acompañado durante los últimos meses en Collado Mediano, justamente el pueblo de la Sierra de Madrid a donde Pepe había decidido venir a recuperarse varias veces. Muchas veces he pensado en dejar sus cenizas en la Sierra del Castillo, o en la punta del Cerro del Telégrafo, desde donde se ve toda la vega del Guadarrama y también la falda del Escorial, con la, por otra parte, vergonzosa cruz del valle de los caídos...

En el entorno del día de los muertos, hemos decidido esparcir sus últimas cenizas en el Parque Federico García Lorca, en la Huerta de San Vicente. Son unos rosales que hay al Este de la casa de la familia de Federico, que es ahora un museo del poeta, muy bien guardada su memoria..., menos la de sus asesinos. Uno, paseando por la ciudad, escribiendo desde el Albaycín, muerto Federico y muerto Enrique Morente, que fue su máximo defensor en la ciudad, uno se pregunta, digo, en una ciudad tan ultracatólica, qué piensan sus habitantes sobre el asesinato de su poeta más internacional. Qué pensarán las personas de derechas de este pueblo, esos mismos seres que siguen paseando por sus calles pintarrajeados como pavos en celo, con ropas de una marca que yo siempre desconeceré, de la parte de responsabilidad que tienen sus familias en el asesinato de Lorca.

Emma dice que ellos siguen pensando igual: según ellos, Lorca era homosexual y se lo merecía. Yo sigo diciendo lo que decía hace veinte años: que Granada sigue siendo una ciudad provinciana, de derechas, a pesar de las multitudes de turistas y de los miles de estudiantes que, al fin y al cabo, son gentes que vienen y luego van, definitivamente. Lo esperable es que esta ciudad no volverá a reproducir un asesinato como el de Lorca en circunstancias similares. ¿Es realmente cierto?



Al fondo está la casa de Lorca, ¿la veis?, entre las palmeras y los rosales. Todo esto, como dicen los viejos, eran HUERTAS. Aquí está Alexander esparciendo las últimas. Pues ya sabéis, si venís a Granada, no os olvidéis de visitar también al Pepe Beltrán.




jueves, 10 de octubre de 2013

Vidas subterráneas

Lo que finalmente, sopesando los pros y los contras, no nos atrevimos a vivir, o tal vez decidimos con sentido común no realizar, aunque lo deseáramos con fuerza, se queda en lo subterráneo de nosotros viviendo igualmente lo que habíamos proyectado con tanta ilusión y quedó aparcado o abortado para otra ocasión, quizá para nunca, desarrollando una vida subterránea que a Freud le hubiera gustado adjetivar de inconsciente, o subconsciente. Esta mañana me he despertado de un sueño creyendo que debía coger muy pronto la bicicleta para sumergirme en las calles de Milwaukee en dirección al trabajo, percibir los reflejos del amanecer en el lago Michigan, pero no, todavía estamos en España.

Hace muchos meses que no escribo aquí. Los meses que han pasado desde que se murió Pepe Beltrán en una cama de hospital, con el vientre abierto y el cuerpo invadido de septicemia. Nunca habrá una persona parecida a él. Lo vi morir aquella mañana del 10 de mayo junto a Carmela. Se nos murió entre las manos, como quien dice.

Ya llega el otoño nuevamente. A los álamos blancos se les nota mucho, los fresnos sin embargo todavía disimulan, aguantan, como si no quisieran darse cuenta de las fechas, los calendarios. Esta tarde iremos a coger unos champiñones en la dehesa. Al mismo tiempo, en lo subterráneo, volviendo del trabajo, me detendré a observar cómo unos pescadores extraen un salmón de las aguas del lago Michigan, junto al embarcadero.



sábado, 27 de abril de 2013

Viejos mitos y nuevas realidades

Esperanza Aguirre dice que es un motivo de orgullo que los jóvenes se vayan al extranjero a buscarse la vida. Yo le alabo el gusto: siempre es mejor tener en un país juventudes viajadas para que aprendan lo que es la democracia real, lo que significa la ayuda social y en qué consiste tener otro punto de vista sobre las realidades. Nosotros nos vamos a Milwaukee, Wisconsin, si todo es favorable, queda leer el contrato. EEUU es un país de entrada difícil, aunque una vez dentro, siempre y cuando no lleves una chilaba, eres uno más.

Aun con las dificultades que comporta llevar a USA una familia de dos hijos y dos gatas, apostamos por ello antes de que nos ahoguen las continuas noticias negativas que arrecian en los periódicos cada día: son tantas que hasta les cambian el nombre: ahora las subidas de impuestos se denominan "novedades tributarias".

Viviríamos a orillas del lago Michigan, y yo no sé cómo decir que no a eso. La perspectiva de pasear por un puerto de aguas dulces, de conducir durante una hora para visitar Chicago, endulza cualquier vida amargada por las personas que diariamente uno ve rebuscando en los contenedores de basura, pidiendo en las puertas de los supermercados, etc.


Me voy, nos vamos: Emma, Alexander y James, las gatas Snowy y Storm, y yo. Que dios, o el demonio, os vendiga, a los que os quedáis. No os volváis locos.

viernes, 19 de abril de 2013

Soledades

La casa está vacía sin los niños, sin Emma. Sólo deambulan las gatas, que juegan a perseguirse o a pelearse por el jardín, y habito la noche que, cuando están ellos, la transcurro durmiendo, o tratando de hacerlo entre las pausas de James y sus picores de la piel, de las pesadillas de Alexander. Hoy he pasado toda la tarde haciendo cosas mientras veía u oía las noticias de la BBC: inmersión lingüística como preparación para la entrevista que tengo el martes con los funcionarios americanos encargados de contratar a los profesores visitantes para Madison, la ciudad más tranquila de EEUU. Es curioso: la noticia que he seguido durante todo el día y parte de la noche ha sido la persecución de Dzhokhar Tsarnaev, un niño de 19 años que utilizó, junto a su hermano de 26, unas ollas Fagor para cometer un atentado terrible en Boston, sobre todo por las personas que se han quedado sin pies. Madison es una ciudad tranquila, pero está muy lejos, y me da miedo ir.

Pero también me da miedo España, los juicios sobre los despropósitos del ayuntamiento de Marbella y los que ojalá estén por venir, esa mierda de dinero entregado en sobres a cambio de contratos públicos concedidos a dedo, esa mierda de dinero repartido con prisas, dinero que sobra, dinero que no hay sitio donde esconder y por eso se reparte, me da miedo mi propio asco: el que me produce el estado de este país, que podría seguir nadando en una cierta bonanza pero se ha echado a perder por culpa de todos, pero sobre todo por los de siempre, los que están acostumbrados a ganar mucho dinero con ningún esfuerzo, con subcontratas injustamente legales, con especulaciones a corto plazo, con robos descarados de dinero público. ¿De qué nos sirve educar en la cultura del esfuerzo a los niños si siempre ganan los mismos, los hijos de ellos, los que no trabajan, los que lo tienen todo desde el vientre de sus madres, los que se crían desde el desprecio a los congéneres de diferente casta? La cultura del esfuerzo parece servir únicamente a los pobres, no solo para que sobrevivan en un mundo hostil, sino para alimentar la ganancia de los otros, los de toda la vida, los que nos quitaron la libertad y luego nos la prestaron durante un tiempo demasiado corto, ni siquiera nos dio tiempo a disfrutarla, a acostumbrarnos a ella. Ahora nos la vuelven a robar, pero de una forma distinta, sin armas de fuego, engarzada como una serpiente en el armazón de lo que llaman democracia pero que, día a día, hora a hora, está dejando de serlo, está comenzando a ser otra cosa sin nombre todavía. A lo que se parece este país cada vez más es al país que retrató hace muchos años Charles Dickens. Un país lleno de niños sin platos calientes que comer, de padres buscando cosas de algún valor en los contenedores de basura.


domingo, 31 de marzo de 2013

Una historia verdadera

Lo de Javier Espinosa es un caso que se repite muchas veces, y a mí me lo han contado personas conocidas, incluso le ha ocurrido al fotógrafo de mi boda: el periodista Daniel Nuevo. La historia es muy fácil: uno va por la calle, o está en una manifestación pacífica, o está sentado por la noche en los jardines del Templo de Debod, en Madrid, y la policía le registra y le da a uno lo que en mi barrio se llamaba "una somanta de palos". Uno llega a su casa llorando y se limpia las heridas con temblores todavía de las piernas y de las manos, se echa unas horas en el sofá a esperar a que amanezca para, a primera hora de la mañana, ir a la comisaría de policía más cercana a denunciar el abuso y el asalto injustificado que ha sufrido. Esta segunda parte no le ocurrió a Daniel Nuevo, pero podría haberle pasado. Cuando uno va a abrir la puerta para salir camino de la comisaría se oye el timbre, y abres con aprensión, porque nadie llama a primera hora de la mañana a tu casa si no es para dar malas noticias: efectivamente, una pareja de oficiales te muestra la documentación de una denuncia que hay contra ti por agredir a dos policías que ahora, por tu culpa, están de baja laboral. Como el extraño caso de Javier Espinosa, una historia verdadera y repetitiva.


sábado, 9 de marzo de 2013

España es pequeña

España es un país lleno de prejuicios, eso lo sé desde hace algún tiempo, cuando, le contaba a Emma, en los días de hace más de diez años en que nos conocimos yo no podía encontrar una mujer en las noches de los bares, cuando las buscaba, que abrieran la boca para hablar y yo no saliera huyendo despavorido con cualquier excusa. A mí la visión limitada del mundo que adquieren las personas después de una férrea socialización me da espanto, y sé que las instituciones educativas tienen algo que ver con esto, pero también y sobre todo la sociedad española, que está siempre muy orgullosa del terruño, que transmite a sus generaciones futuras el valor inviolable de que el pueblo donde uno ha nacido es lo mejor que hay en el planeta. Pero sobre todo: que esta realidad no tiene que ser verificada: es un insulto a la propia genética poner en duda semejante certeza. Que mientras más estrechos sean los límites de la experiencia mejor.

Ya sé que esto no es así del todo, nada es blanco o negro en relación con los seres humanos o los grupos que forman, pero se da la circunstancia que la España que no es pequeña, la España grande, es la que se va fuera, la que es capaz de mirar la realidad con ojos prestados, que es como lo miran los otros. Entonces España se les queda pequeña y se quedan fuera, porque este país es un pueblo pequeñito en el que todo el mundo cree que a uno lo conocen y lo que uno hace es en función de la mirada crítica de los demás.

A mí no me da pena que se vayan los científicos ni los jóvenes. Me alegro, porque esa España, la que está fuera, es la España universal. No sé, y lo dudo, que puedan cambiar a los que estamos dentro, ni el funcionamiento arcaico de nuestras instituciones. Pero los cambios individuales valen tanto como los colectivos. Estoy con ellos.


jueves, 28 de febrero de 2013

Manuel José García Caparrós

A mí hay performances de Antonio Banderas que me gustan y otras que no me gustan, pero la del día 28 de febrero en Sevilla me ha emocionado. Tanto tiempo viviendo lejos o por ahí se me olvida el andaluz o el malagueño de adopción que soy. Cuánta significación tiene a veces un disparo.





sábado, 9 de febrero de 2013

Los placeres simples

Sábado. Limpiar la casa, que Alexander vaya a la clase de tenis (ya va solo al polideportivo municipal), hacer una paella de pollo y de costillas de cerdo, tomarnos un rioja de reserva comprado en el Día, ver pasar la tarde a James jugando en el jardín, después de varios días enfermo. Los placeres simples a veces nos reconcilian a uno con la vida, a pesar de tantas cosas. La tarde es soleada en la Sierra de Madrid, aunque hace frío. Mañana nos espera una nueva tormenta de nieve y viento, pero mientras tanto tenemos la impresión vaga de ser felices, aunque dure poco.

viernes, 1 de febrero de 2013

Más razones para irse y no volver en mucho tiempo

Yo, como no tengo palabras para lo que está pasando, pues casi que me tomo lo que está pasando como empujones para marcharse uno de este país y casi no tener más lazos con él salvo los necesarios. El gélido estado de Wisconsin y su ciudad más representativa, Madison, me parecen un paraíso terrenal al lado de este caos que ha producido el caso Bárcenas. La realidad supera a la ficción. ¿Alguien se imaginaba esto?

sábado, 19 de enero de 2013

La nueva huida

Feliz año nuevo. Me sentía yo culpable de no escribir, pero entre las entregas del proyecto de final de máster y las tonterías de nuestro nuevo proyecto de irnos de este país de locos me han mantenido fuera de los blogs. De todos. Sólo he seguido con mucha atención las historias de Bárcenas.

A mí me gustaría tener 22 millones en unas cuentas suizas y tener que pagar cierto dinerillo a Hacienda por lo que se me olvidó declarar. También me gustaría ser como esos políticos catalanes que después de veinte años pueden pedir perdón y devolver el dinero que robaron un día del que iba destinado a la formación de los parados, aunque no fuera para ellos, sino para el partido. Pero qué demonios es un partido político sino una serie de personas que se reparten el dinero que tiene el partido, véase Bárcenas(2013)... Quizá me equivoco. Pero no me equivoco en cierta certeza: no me gusta el país del que tengo la nacionalidad. No me gusta España (¿debería escribir Ejpaña?).

El viernes dejé en el Registro de la Consejería de Educación la solicitud para participar en el programa de profesores visitantes, destino Wisconsin. Ojalá tengamos suerte y nos vayamos de esta pocilga.

viernes, 21 de diciembre de 2012

El fin del mundo

El fin del mundo ocurre cada vez que una familia se queda sin casa y la madre se tira por el balcón. O cada vez que un loco entra en una escuela infantil armado con unas cuantas armas legales y mata a 20 niños. O cuando uno sale del hospital con un diagnóstico terminal, teniendo que pensar si pasa el laberinto vomitivo de la quimioterapia o prefiere morir como toda la vida, muriendo y ya está. El fin del mundo ocurre cada vez que el mundo se acaba para alguien, y el mundo puede acabar para una madre cuando pierde a su hijo, o para un hijo cuando pierde a su madre, o...

En el día del fin del mundo yo prefiero acordarme de todas las personas que están perdiendo libertades conseguidas durante muchos años, acordarme de tantos seres inútiles cuya simple ascendencia familiar les hace tener un puesto gerente en multinacionales de gran renombre, acordarme de tantas personas sin casa, que deambulan diariamente por las ciudades europeas buscando el asilo de un techo circunstancial para pasar la noche y resguardarse de la nieve, cuyo error fue confiar en su puesto de trabajo, acordarme de nuestra amiga S., cuya casa se va a subastar en febrero de 2013 y cuyo resultado no va a ser a devolver, sino a pagar 50.000 euros que no tiene ni va a tener nunca.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Uno se muere de pronto

Lo olvido siempre: que uno se muere de pronto, sin apenas esperarlo, y la muerte no entiende de hijos pequeños o de facturas sin pagar o de hipotecas o de familias perdidas en un limbo o un estado de shock que a veces dura todo el resto de la vida de los que quedan vivos, porque los vivos siempre nos olvidamos de que vivir es algo que se tiene durante un tiempo que uno nunca sabe cuándo va a durar, si un día o unos años o unos decenios.

Mi alumna N., de diez años, se ha quedado de pronto sin padre. Y ha vuelto a clase, dos días después, en perfecto estado de shock. ¿Cómo estás?: bien. ¿Y mamá, cómo está?: bien. (La mamá está con orfidal, ¿quién no está bien con orfidal?).

Mi compañera I. tuvo el fin de semana a su hermano y a su cuñada, cuarentones, llenos de vida. Ella tenía unas manchitas en la piel, pero estaba tomando un medicamento cuyos efectos secundarios eran manchas en la piel. Durante la semana, cuando volvieron a Segovia, se sintió mal. Fue al hospital y el diagnóstico, leucemia, tardío, sólo le dio para un día más de vida.

En estas mismas fechas en las que se acerca la navidad y queremos estar juntos, en familia, un niño de Cenicientos tuvo un ataque de asma jugando al fútbol en la calle y se murió en el helicóptero que lo llevaba a un hospital de Madrid. En otro diciembre de otro año, un niño inglés de Málaga bajaba una calle con su monopatín cuando un coche lo mató de inmediato.

Lo olvido siempre: uno se muere de pronto, y lo que deja, cuando eso ocurre a destiempo, es un desastre de vivos que no son capaces de encontrar un sentido, un sendero, nada. Sólo pastillas.

martes, 11 de diciembre de 2012

Otros funcionarios

Otros funcionarios son diferentes. Te cuentan su vida, por ejemplo, o tienen el don de la empatía, algo que uno solo espera de algunos psicoanalistas en estos tiempos, la verdad sea dicha, porque en estos tiempos de dureza no se espera nada de nadie salvo el saqueo sin discriminación, como es el caso del ministerio de hacienda, que primero embarga y luego pregunta, aunque siempre culpando al embargado, porque el desconocimiento de la ley no exime su cumplimiento. Me acuerdo en estos casos del pobre cabrero que venía de la Sierra Nevada de su vida entera habiendo recogido unas matas de manzanilla para su mujer que le pararon unos civiles y le multaron con unos doce mil euros que nunca llegaría a tener. El pobre respondió que él toda la vida había hecho eso, mire usted. Y ellos le dijeron eso del eximir y del cumplimiento: o sea, que a pagar o a embargar.

Hay funcionarios diferentes, pero me gustaría a mí que los funcionarios diferentes fueran la norma, y que no tuviera uno que escribir sobre sus compañeros de infortunio, sobre todo en estos tiempos en que se nos niega la paga extraordinaria.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Funcionarios

A nadie le gusta un funcionario de ventanilla, o de hacienda, que es lo mismo, un funcionario de sueldo bajo, sin paga extra, que te lo hace pasar fatal el rato que estás delante de él, no ya en una ventanilla, pero sí detrás de un mostrador o una mesa. Hay funcionarios buenos y hay otros insensibles al dolor ajeno. Abundan más los segundos, están muy acostumbrados a ver llorar a la gente que se queda sin vivienda, o se queda sin dinero, están muy acostumbrados a aplicar la normativa de manera estricta.

Lo peor es cuando uno se da cuenta de que las cosas funcionan de manera distinta con personas distintas. Lo que en la administración de hacienda de Vinateros era imposible de realizar "hasta dentro de una semana por lo menos", en Guzmán el Bueno era algo tan simple como dar a una ventana de la pantalla que dice "imprimir".

Hay funcionarios de mala cara que te llaman por teléfono para decirte que no pueden enviarte por correo postal lo que has solicitado porque la normativa dice que no se puede hacer. Hay funcionarios que cuesta imaginarlos en la cama, o durmiendo junto a otro ser humano, o criando a unos hijos, sobre todo porque uno piensa que ese tipo de seres debe ir condenándose a la extinción, pero se perpetúan de manera asombrosa y son capaces de adaptarse desde autarquías absolutas a democracias liberadoras. Son ese tipo de funcionarios los que, aplicando la normativa, no dudarían en meternos en unos campos de concentración en un futuro, o darle al botoncito que pone en funcionamiento el rociado de gas a las personas desnudas y amontonadas que esperan una ducha mirando con temor hacia el techo. Ojalá me equivoque.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Tiempo sin tiempo

Tiempo sin tiempo es lo que necesitamos los que tenemos hijos pequeños. Aquí coincidimos todos, en contemplar una serie de horas por delante con la tranquilidad de no ser necesarios para otros, de no ser necesitados con la urgencia con la que nos requieren los hijos pequeños. A tanto nos acostumbran al requerimiento, que cuando llegan a adolescentes y no quieren saber nada de nosotros lo pasamos fatal: hasta la medicación. Yo siempre dispongo de un par de cajas de Myolastan, por si las moscas.

Total, que esta mañana, con las prisas de un domingo con una hora y media subí el cerro Monterredondo buscando níscalos imposibles, pues antes de mí vi las trazas de otros muchos que habían pasado antes, el sábado, supongo. Desde la cumbre la montaña de Navacerrada y el puerto de Cotos se ve de un modo espectacular y blanca, y a esa hora dominguera, cuando los únicos despiertos son los cazadores de la dehesa, que uno oye los disparos a medida que sube el cerro y suda a dos grados bajo cero, y las vacas, por cierto, o los toros, que no pastan, sino que siguen con la costumbre veraniega de comer hojas de chaparro, uno se siente indiscutiblemente único y agradecido, aunque no haya dormido apenas tres horas interrumpidas por vómitos y llantos y cambios de sábanas y de luces encendidas y de llantos y de nanas cuyas letras uno olvida al tiempo de terminar de cantarlas. Uno se siente dichoso y heroico con la única seta recogida en la cesta, porque uno ha llegado a la cumbre del cerro, y ahora tiene apenas veinte minutos para bajarla si quiere llegar a las diez a casa. Tiempo sin tiempo es lo que uno necesita cuando tiene niños pequeños. Tiempo para buscar las setas con atención y concentración y sin prisa. Que es como hay que vivir la vida.




lunes, 26 de noviembre de 2012

Los ciervos

Ya es la segunda vez que viajo entre semana en tren entre las estaciones de Pitis, en el Norte de Madrid, y Las Rozas, camino de Collado Mediano, pero sólo esta segunda me he percatado que nada más salir de la estación de Pitis, que se encuentra desolada en un paisaje de parcelas con farolas que no funcionan y con carreteras cortadas, como si en cualquier momento las empresas constructoras se vayan a poner manos a la obra, aunque uno sabe perfectamente que no, que eso no va a ocurrir próximamente, sino que ese paisaje que se ha vuelto común comienza a ser también una seña de identidad y un símbolo de lo que también somos: un país que no termina lo que emprende, y nada más dejar atrás ese espacio como de boceto, lleno de automóviles aparcados de cualquier manera en los solares y sobre los charcos de barro, uno se sumerje en los encinares de El Pardo, y al momento, si estás atento, ves los ciervos pastando en la hierba.

Mi mirada de asombro o de sorpresa es la única en el vagón de tren, donde todo el mundo va a lo suyo, navegando o escuchando música con el móvil, leyendo un libro (una muchacha lee con mucha atención un libro que se titula La enseñanza destruida), y nadie parece querer sacar la vista hacia afuera: la tierra se ha cubierto de una hierba preciosa, blanda, que al contraste con el sol hace apetecer tumbarse en ella, junto a los gamos que limpian sus cornamentas en las chaparreñas. 

En Villalba, una vez atravesado el bosque de Torrelodones, viendo a la gente salir y entrar de los vagones de los trenes, me doy cuenta de que la mayoría de nosotros hemos abandonado lo rural hace mucho tiempo, y que somos urbanitas sin remedio, en un viaje que seguramente no tiene vuelta atrás, pues hemos perdido incluso lo innato del mirar, de lanzar la mirada hacia lo lejos, hacia los montes, e identificar la vida que se mueve y que se relaciona al margen de nosotros. 

lunes, 12 de noviembre de 2012

Valentías individuales

Supongo que es fácil ampararse en la colectividad mayoritaria para reivindicar algo, algo que comienza a considerarse verdad, como por ejemplo en Tarragona, donde estuvimos el fin de semana pasado, con las ventanas de las casas de los pueblos llenas de banderas independentistas catalanas, o como pasa también en las manifestaciones grandilocuentes de los defensores de la familia tradicional y católica, que llevan niños y bebés a unos encuentros amparados por obispos y políticos de derecha o de extrema derecha que, algunos de ellos, están viviendo su homosexualidad encerrados en armarios.

Ante la convocatoria de huelga general las valentías individuales valen más que las estadísticas: las estadísticas siempre mienten, o al menos, ocultan información. Todo el mundo lo sabe, por eso los expertos de marketing estudian, sobre todo, estadística. Es curioso que las matemáticas, esa ciencia infalible, se haya convertido en una ciencia que encubre opiniones partidarias. Yo no tengo que ser valiente para hacer huelga, como soy funcionario solo tengo que hacer frente al descuento de sueldo pertinente. Emma, sin embargo, hará huelga en un sistema privado en el que la delegada sindical ya le ha informado de que si se suma a l huelga su puesto de trabajo peligra. ¿Cuánta gente valiente, en estos días de incertidumbre y de hambre, se van a atrever a secundar una huelga con la que están poniendo en peligro la alimentación de sus hijos? Y lo otro: ¿cuántos trabajadores, deseando secundarla, no pueden, aun siendo su derecho, porque tienen miedo de ser despedidos?

Las estadísticas, como siempre, mentirán. La verdad está en los casos individuales. Por ellos.

domingo, 4 de noviembre de 2012

No pumpkin

Pumpin es una de las nuevas palabras del pequeño James. Nos alegró mucho que empezara a utilizarla en las inmediaciones de la noche de Haloween, cuando la calabaza que habíamos comprado se iba convirtiendo parte en sopa, parte en pastel, parte en cabeza: Pamping face. Lo que pasaba era que utilizaba la palabra pumpkin en los lugares menos esperados. Solía decir "no pumpkin", y no lo entendíamos, al pobre. Sólo nos reíamos. Hasta que paseando por el barrio de pescadores de Tarragona se agachó para abrir una verja cerrada de un local comercial, y no pudiendo abrirla me dijo "no pumpkin". Salté de alegría y corrí a decirle a Emma que ya comprendía lo que el pequeño James estaba diciendo: "no pumpkin" significaba "no puedo". Todavía nos estamos riendo.