lunes, 16 de abril de 2012

De vuelta

Ha sido un viaje extraño el que hemos realizado a España esta Semana Santa. Como teníamos dos semanas, la segunda, tras comer caracoles en Córdoba y estar con la familia, pasar un día en Jaén, ver pasar figuras a hombros rodeadas de velas encendidas, hemos estado mirando casas en el Noroeste de Madrid, que es donde se supone vamos a vivir a partir de Agosto. Quienes venden sus viviendas, muchos de ellos, son personas que se han quedado en el paro, gente que les ha ido bien, o muy bien, que han gastado el dinero que ganaban a manos llenas, y que ahora se encuentran casi en la calle, sin poder pagar su hipoteca. Una familia de cinco personas y ninguno trabajando. Un señor culto de cincuenta y pico años, separado, a punto de que se le acabe la ayuda.

Lo peor es que parece que no le va mejor a nuestros amigos de la calle Cadarso, aunque no estén en el paro. La crisis hace que las personas que se someten a un trabajo analítico, o psicoanalítico, disminuya considerablemente: cuando uno se queda en el paro lo primero que se aparta son las clases particulares de los hijos, las enseñanzas no regladas de música, las idas y venidas a psicólogos, la comida ecológica, que España exporta en su totalidad. Los inquilinos de las viviendas arrendadas andan pidiendo a los dueños que les bajen el alquiler. Todos sufren.

Bueno, todos no. Ahora parece que el rey de España se ha hecho daño cazando elefantes en Botswana (uno pensaba que esas cosas ya no se hacían). Le habían reducido los fondos un 2 % (pero a CEAPA un 50 %) y todavía le quedaba un remanente para irse de vacaciones él solo a pegar tiros. Menos mal que no se dio uno en el pie, como su nieto. Matando elefantes a razón de 45.000 euros la semanita mientras los españoles se buscan la vida como pueden para no irse a dormir debajo de un puente. Vaya país.

1 comentario:

  1. Desgraciadamente el rey es tan solo una pieza más en este edificio de chupones-vagos en el que encuentras a políticos, sindicalistas y similares.
    Espero y deseo que el tiempo ponga a cada uno en su sitio

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