Terminó. Ya no hay más. Empecé el blog en un lugar que se parece poco a este donde ahora vivimos, en la Sierra de Madrid. Cuando me acuerdo de los Escritos Mínimos me lleno más de sopor o de culpa que de ganas de escribir una nueva entrada sobre mis nuevas vivencias o nuevos descubrimientos en un lugar hermoso pero también duro, porque España es muy dura, y los pueblos de España más, da igual dónde mires, si en el Norte o en el Sur o en el Centro. La dureza de España se puede entender si uno la compara a la dureza de su historia. Así que antes de ponerme a lamentarme en cada entrada, a lamentarme por España, por lo que puede ser y no es, por lo que es, antes de eso, cerraré los Escritos Mínimos. Comenzaré otros, pero no ahora. Ahora sólo tengo ganas de llorar. Sobre todo porque a veces pongo la tele en horario infantil y entonces tengo que apagarla, no por mis ganas de vomitar sino porque los niños miran incrédulos. Sobre todo porque a veces uno oye las declaraciones de la presidenta de la Comunidad de Madrid, que en otra vida fue ministra de cultura.
Pues eso.
The End.
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