viernes, 16 de marzo de 2012

Despedidas

Hace ya tiempo que miro el mundo despidiéndome de él, con cierta añoranza adelantada, miro los primeros pasos del James sabiendo o suponiendo que son los primeros pasos que no volveré a ver más, porque se irá haciendo mayor inexorablemente, y yo lo miro con una intensidad poco común del que no está del todo cuerdo, de quien trata de fijar bien en la memoria, una memoria débil, por otra parte, esos momentos únicos e irrepetibles que se van, momentos que se van continuamente, y es entonces, en los primeros pasos del James, en las primeras bocanadas de oxígeno que nos trae la primavera con los narcisos florecidos en Hyde Park, con las señales en el mismo libro que Alexander y yo estamos leyendo juntos, el primer libro leído juntos, curioso, ya nunca más habrá un primero, en una frase cualquiera de Emma, en una mirada al hablarme, que veo el tiempo pasando, que veo su cara aquí y ahora que no volveré a ver más, será otro rostro, serán otras circunstancias las que lo vayan moldeando, es entonces cuando soy consciente de que morimos continuamente. ¿Por qué tenemos que envejecer, morir? No es justo.

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