domingo, 8 de enero de 2012

6 de enero

Me he acordado hoy como siempre me acuerdo el 6 de enero de Juan Ortega en su casa de Bujalance, ese pueblo rodeado de olivos centenarios en la campiña cordobesa. La última vez que lo vimos fue hace muchos años, en su casa. Los visitamos para que viera a nuestro hijo Alexander, que entonces era un bebé aún, como lo es James ahora. En un rapto de generosidad que tenía mucho Juan se levantó y nos trajo como regalo unos cuencos de cerámica de La Rambla que todavía guardamos. Alexander acaba de tomar sus cereales en uno de ellos.

Me acuerdo de Juan Ortega porque muchas noches de Reyes las pasamos en su casa, hasta tarde, hasta que era hora de volver a Córdoba en los coches, mirando con atención las luces de la carretera por ver si nos sorprendían los Civiles en algún control y entonces nos multaran por conducir borrachos, aunque no lo estábamos del todo, sólo un poco. Siempre Juan se acordaba de decir unas palabras antes de que terminara la noche, con un whisky o un ron sin hielo en la mano, un cigarrillo en la otra, conmemorando el asesinato traicionero de Los Jubiles. Los guerrilleros bujalanceños.

Se había construido su propia casa en el pueblo. Una casa preciosa y árabe con un patio lleno de plantas y una fuente. Pasó el tiempo y dejamos de vernos, o él decidió que había terminado el tiempo de vernos, y ya las noches de los 5 de enero ya no las pasábamos en Bujalance, ni bebiendo ron sin hielo, ni invocando a un grupo de guerrilleros que mi abuela, en un pueblo de la Sierra, a varios kilómetros de allí, temía de joven. Los Jubiles. Un día nos enteramos que Juan había engordado considerablemente, que después de cada jornada laboral bebía gin tonics en el bar, uno detrás de otro. Un día nos enteramos de que Juan Ortega se había despertado durante la noche y había ido a orinar el alcohol o los restos de alcohol ingerido y que se desplomó en la oscuridad y se murió de pronto. De manera que cada vez que llega el día de Reyes, o cada vez que saco ese cuenco ramblesco, me acuerdo de él.

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