jueves, 1 de diciembre de 2011

Como cada mañana

La calle de Gloucester Terrace está flanqueada de edificios blancos de donde salen hombres con traje y se suben a un taxi que está esperándolos en doble fila. No sé cómo será vivir en una de esas casas victorianas de tres plantas y techos altos y grandes cuadros o espejos colgando de las paredes. En Bishop´s Bridge Road veo cada mañana a mi izquierda los edificios-colmena donde viven las personas normales. Al otro lado de la carretera están las casas de los ricos. A la noche, supongo, unos se mirarán a los otros a través de las ventanas iluminadas, con envidia o con curiosidad o con cierto asco, depende desde dónde se tenga el punto de vista, la mirada tras el vidrio empañado que una mano limpia con un ademán automático. En Westbourne Road las tiendas todavía no están abiertas. De los escasos álamos desnudos cuelgan frutos imposibles encendidos de azul que anuncian unas fiestas navideñas de estilo pobre, a medida de la crisis. Algún barrendero cansado recoge papeles y bolsas de plástico de la sucia acera mojada. Amanece lentamente en la ciudad mientras la recorro, la hago mía, un poco, en bicicleta.


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