viernes, 20 de enero de 2012

La admiración no la envidia

Desde el barrio del Santuario hacia el centro de Córdoba el adolescente que fui tenía que pasar por el barrio de la Fuensanta para ir al centro. La calle que está entre lo que fue la Lonja o mercado de abastos y los edificios de color pastel con minúsculos jardines, las tardes de los sábados, cuando íbamos buscando la jarana de la cerveza tomada en la calle y a perder el tiempo tratando de memorizar las horribles canciones del rock duro que entonces nos gustaban tanto, pasábamos junto a un muchacho de nuestra edad que tocaba la guitarra sentado en el frescor del césped. Estaba siempre solo, o lo recuerdo siempre solo, tímido. Nos miraba pasar y seguía tocando, muy suave, melodías flamencas. Con el tiempo se convirtió en Vicente Amigo.

Así que pasan los años uno se arrepiente del tiempo perdido inútilmente mientras otros, como Vicente, no hacían otra cosa que trabajar duro para dar lo mejor de sí mismos. Ahora lo veo acompañando a Camarón en un video colgado en youtube, jovencísimo, y no tanto me enternece como me produce una profunda admiración verlo, que no envidia.

1 comentario:

  1. El día 7 de febrero vamos a ir a ver a Vicente en concierto aquí en Londres. Por primera vez nos acompañará mi hijo Alexander. Por eso me acordé de él, del césped, de su mirada tímida o ausente, mirándonos pasar como desde la lejanía.

    ResponderEliminar