lunes, 16 de mayo de 2011

Enfermedades

Atravesar la noche tosiendo, durmiendo en el sofá para no despertar a nadie en casa, sudando o muerto de frío, y luego presentarse el lunes en la quietud de una casa en la que todos se han ido menos James, que se ha quedado conmigo mientras Emma ha ido a hacer una visita a su padre P., recién encontrado. Estar enfermo es algo así como mantenerse fuera de la realidad, quedarse en una suerte de útero caliente, o cueva, esperando a mejorar, a que descargue la tormenta interior de debilidades y luchas internas. Lo de fuera está lejos, como si no fuera con uno. Esa cotidianeidad que nos rodea se vuelve extraña de pronto, los libros, los discos, la música, el desorden de una casa con niños, los platos sucios. Como si nada de eso me perteneciera. Tan sólo la tristeza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario